BE POP MY FRIEND



"Una de las cosas bonitas cuando te gusta una canción pop es que estableces una tregua sin condiciones con el juicio y el esnobismo musical. Una canción pop te gusta y basta, y no hace falta analizar nada más."

Hace unos días leí esta cita del músico y actor estadounidense Henry Rollins y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo. No todo en esta vida tiene que ser complicado o súper profundo para tener un significado o un valor, y a veces lo aparentemente más sencillo es lo que nos aporta una felicidad y un disfrute más inmediato. Yo soy popera hasta la médula y con mucho orgullo, pero eso no significa que solo escuche pop ni mucho menos. Me gusta escuchar de todo, pero reivindico ese lugar fundamental que han tenido las canciones pop a lo largo de mi vida. Me han hecho cantar, bailar, saltar y disfrutar muchísimo. Y lo que me molesta es ese esnobismo musical del que nos habla Rollins, del que todos hemos sido víctimas y alguna vez quizás también verdugos (¿cómo te puede gustar eso?) según el cual habría una jerarquía de los géneros musicales en la que unos estarían por encima de otros y el pop estaría en las últimas posiciones precisamente por ser un género que llega a mucha gente, que es abarcable y que por popular pierde categoría. Me parece una estupidez integral pensar que por escuchar eso y no lo otro tu cultura musical es superior a la de otra persona, o que si te gustan determinados estilos no puedes disfrutar de otros porque no concuerdan con tu supuesta reputación musical. Siempre me he preguntado por qué existe la sesión oculta en spotify, cuáles son esas canciones terribles que la gente no puede saber que escuchas. Como en tantas otras cosas no sé por qué nos preocupa tanto la opinión de los demás, como si por escuchar según qué te convirtieras en el hazmerreír de tu pandilla súper guai. La sociedad nos juzga por nuestra imagen, por nuestras ideas y parece ser que también por la música que escuchamos. Y la música tendría que hacernos libres, no prisioneros. En lo referente al placer cada uno escoge lo qué más le apetece, según el día que tenga o el momento emocional en que se encuentre, para gustos colores y cada uno puede pintar su vida con la paleta musical que le venga en gana sin por ello ser considerado más o menos cool. Y cuanto más abarquemos, cuantas más tonalidades le pongamos a nuestra banda sonora, más nos enriqueceremos y recibiremos a cambio. Por eso un día escucharé a Love of Lesbian por la mañana y a Antony and the Johnsons por la tarde, otro me despertaré con Nine Inch Nails, comeré con Los Planetas y cenaré con Nick Cave, y otro bailaré y me despeinaré con Raffaella (Carrà of course). Para mi todos son igual de importantes porque me aportan lo que busco en cada momento, me alegran el día, me ponen melancólica o me dan una carga total de energía. Ese es el poder de la música, una compañera que te acaricia o te da un bofetón, que te hace llorar o te dice basta ya de lamentarse. Y que siempre está ahí y nunca falla.
Mi mensaje de hoy es que seamos todos un poco más pop y menos esnobs, que dejemos que la música nos libere de clichés y ataduras, que cada día abarquemos nuevos y distintos horizontes y que, de vez en cuando, escuchemos algo totalmente alejado de nuestro estilo porque quizás nos llevamos una grata sorpresa. Nunca se sabe. Envolveros de música, sea la sea, y romped el silencio.

                              Haz clic para escuchar Himno Generacional nº83 de Los Planetas
                       

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