SILVIO RODRÍGUEZ 17/04/2016 Palau Sant Jordi

Escuchar a Silvio es como leer a Cortázar, las frases, las palabras, se suceden unas a otras y cada una es más bonita, más perfecta que la anterior. Te atrapan en una dulce embriaguez, una embriaguez de belleza y de palabras, unicornios y escafandras, testaferros y abismos, batiscafos... ¡Qué maravilla el batiscafo!  Y con Silvio, como con Cortázar, nunca se trata de una belleza estéril o vacua, sino que cada palabra, cada verso, está repleto de significado, rebosante de lo que quiere significar. Las palabras en boca de Silvio se muestran en todo su esplendor, brillan, se escapan y se escabullen por todos los recovecos de tu alma. No hay defensa alguna, no hay resistencia, solo un dulce dolor que te envuelve y te atrapa. Silvio Rodríguez canta a la vida, cual tímido trovador armado con su guitarra lleva más de cuarenta años cantando a la verdad, a la justicia, a la libertad y sobre todo cantando al Amor. Ese objeto amado que lo ocupa todo, lo es todo, sea el amor por Cuba y su revolución (en la que el compositor ha colaborado como educador, escritor, militar y político) o el amor a la mujer, esa constante fuente de inspiración  que Silvio es capaz de elevar a algo sublime, casi divino. 


Solo por eso, ver actuar a Silvio Rodríguez en Barcelona ya era un privilegio. Su último trabajo Amoríos, formado por canciones compuestas entre 1967 y 1980 que no había llegado a grabar, nos brindó el pasado 17 de abril la esperada oportunidad para ver en directo a este símbolo de la canción cubana revolucionaria. Cuando vas a ver actuar (en mi caso por primera vez) a un artista como Silvio Rodríguez, con más de cuarenta años de carrera a sus espaldas, su último trabajo es lo de menos, sirve de excusa perfecta para poder escuchar por fin cientos de canciones que llevas años cantando, compartiendo, sintiendo. Hay tantas que sabes que va a ser imposible que las cante todas, pero solo la posibilidad de que cante alguna ya te pone los pelos de punta. En mi caso si cantaba "La Era Está Pariendo un Corazón" ya me iba más que contenta


"Una Canción de Amor Esta Noche" dio inicio al concierto, a la que siguieron "Tu Soledad Me Abriga la Garganta", "Tornada del Albedrío" y "Día de Agua" todas ellas de su último disco, disponible el próximo mayo en España. Una banda jazzística, un percusionista, el Trío Trovarroco en las guitarras y el bajo y la esposa de Rodríguez, Niurka González, en la flauta y el clarinete, acompañan al cantante de San Antonio de los Baños en su último trabajo y también estuvieron presentes en su actuación en Barcelona. Estos arreglos instrumentales, bonitos y elaborados, tiñen las composiciones de Silvio de un sonido más cercano al jazz y saben arropar magistralmente sus melodías pero, aún siendo todos ellos excepcionales músicos, toda esa ornamentación me pareció sobrante e innecesaria, la desnudez de las canciones de Silvio es lo que las hace directas, sinceras, hirientes y no necesita más que su voz, su guitarra y sus versos para emocionar. 

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Con el ciclo de cuatro canciones alrededor de "Óleo de Mujer Con Sombrero", y sobretodo con esta última, llegaron los primeros cánticos del público y las primeras ovaciones (aunque en mi opinión esta canción era perfecta en su versión anterior) pero nos abrió las puertas del pasado haciéndonos vislumbrar ese viaje por la discografía del cantante que tanto ansiábamos. Con "Mujeres", pieza que parece encerrar todo el universo silvaniano, la ovación ya fue total y con "La Maza" el público enloqueció y se entregó por completo. A partir de ahí todo fueron regalos, recuerdos y sonrisas. Desde la bellísima declaración de amor de "Quién Fuera" a la escalofriante actualidad de  "La Era Está Pariendo un Corazón", pasando por la inquietante "Sueño con Serpientes" y  por "El Necio" y su necedad de vivir sin tener precio. Canciones atemporales con las que Rodríguez demostró que a sus 69 años sigue estando muy en forma, que la buena música no entiende de tiempo, de edades ni de fronteras y que sigue siendo un maestro de la emoción. El amor es siempre amor y aquí o en cualquier selva del mundo Silvio será siempre Silvio. Alquimista de los sentimientos, encantador mago con guitarra en lugar de chistera, eterno poeta y trovador que ha decidido hablar de cosas imposibles.

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Siempre he tenido debilidad por los cantautores pero la profundidad de sus letras y su dominio del lenguaje colocan a Silvio Rodríguez en un nivel superior, en ese altar de los elegidos bendecidos por las musas que comparte con su amigo Pablo Milanés, Ya en los bises llegó, para regocijo de todos los asistentes, el turno de "Ojalá" y de "Unicornio" y, tras más de dos horas de concierto, Silvio se despidió y desapareció detrás del escenario, como si de un sueño del que ahora despertábamos eufóricos se tratara. 



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