ELLAS MANDAN - Primavera Sound 2016 (1ª Parte)




Han pasado ya unos días desde que terminó el Primavera Sound, la sobre-excitación que me posee durante esas fechas ha desaparecido paulatinamente y mi frecuencia cardíaca ha vuelto a su ritmo (moderadamente acelerado) habitual. Repasando mentalmente los conciertos, reviviendo momentos, canciones, emociones, llego a la conclusión de que en el Primavera Sound 2016 las mujeres han mandado. Musicalmente hablando, ellas han estado soberbias y se han comido el escenario con patatas. Este año una legión de heroínas aterrizó en el festi desplegado sus mejores armas y regalando conciertos de 10 allí donde pisaban. Julien BakerSavages. Daughter. U.S Girls. PJ Harvey. Los mejores momentos del festival (con permiso, claro está, de sus majestades Sigur Rós que traen emociones, lágrimas de felicidad y sonrisas para todos los niños). Mi balance del Primavera siempre es positivo, los que me conocéis sabéis que me transformo en una mezcla de mujer biónica y grouppie de 17 años con exceso de red bull en la sangre. No existe el cansancio, no existe el desanimo. No hay deberes, no hay obligaciones. Durante tres días y tres noches soy libre, libre, libre y vuelo ligera de un escenario a otro con sonrisa de oreja a oreja. Además, aunque el festival propiamente dicho sea la catársis tan esperada, en mi caso el Primavera es un placer que se prolonga y dosifica durante todo el año: comprar el abono, las primeras confirmaciones, descubrir el cartel, confeccionar playlist, cuadrar horarios creyéndome una atleta de élite... Pequeñas alegrías nada menospreciables que hacen que el precio del abono esté siempre más que amortizado. 


Por fin llegó el jueves y con las reservas a tope de energía me fui para el Fórum para encontrarme con Álex; a las 17h empezábamos con Autumn Comets bajo un sol abrasador en el escenario Ray-Ban. De allí primera carrera del día para ver a Algiers en el Heineken. Nos quedamos alucinados con la puesta en escena de la banda, con un sonido duro e industrial, alejado de la densa lentitud que impregna su disco homónimo. Potentes y seguros sobre el escenario, Algiers convencieron mucho y en cuanto el desconcierto inicial sonoro se transformó en admiración por su desbordante energía, la sorpresa se trasladó a la curiosa estética de los componentes de la banda que no pegaban ni con cola. Aún así, Algiers supo llegar y transmitir sin fallar una y nos declaramos muy fans de su directo y de los bailecitos de su teclista. De nuevo en marcha hacia el Adidas corrimos para no perdernos ni un suspiro del concierto que tanto estaba esperando, el de la diosa con cara de niña y voz de ángel Julien Baker. Su debut Sprained Ankle es un disco sublime de letras desgarradoras que he escuchado hasta la saciedad y verla en directo era cita obligada. Guitarra en mano  y expresión tímida, Baker empiezó entonces un recital de escasos 30 minutos que nos llevó al mismísimo cielo. Escuchar en vivo Rejoice, Good News o Everybody Does te parte el alma y duele, duele tanto que es una maravilla. Baker chilla sin chillar palabras de dolor, de rabia, canta llorando y es imposible dejar de mirarla. La joven artista de Memphis ha entrado directa a mi altar de divas y dudo mucho que se mueva de allí. Folk sin artificios, amor absoluto y ganas de más. Todavía con los pelos de punta nos fuimos al Heineken para ver el que sería el otro sobresaliente del día, el de los londinenses Daughter. De pronto nos vimos envueltos en una deliciosa nebulosa de dream pop y folk electrónico, en la que todo fluía sin prisa y cada nota era una emoción. Las canciones de Not To Disappear crecían y crecían de la mano de Elena Tonra y un sentimiento de profunda felicidad se apoderaba de todos nosotros. Difícil contener las lágrimas ante tan abrumadora belleza. Increibles, dulces, soñadores... Concierto de 10. Iban dos seguidos...  Era necesario un pequeño break para volver a la realidad y dónde mejor que en las gradas del Ray-Ban, brindando con Aru y escuchando los últimos temas del pop siempre elegante de Destroyer. Llegó Laia y nos fuimos para Air. La actuación de los franceses me dejó bastante fría y me aburrí un poco.  Dada la hora y el estilo tirando a apalancado de esta banda ubicarlo en un escenario como el Ray-Ban hubiera sido bastante mejor que el H&M. Y aunque la actuación de Explosions In The Sky que vimos a continuación en el Heineken fue una auténtica gozada extrasensorial y no decepcionó, ver a los de Austin en el Ray-Ban hubiera podido ser épico a niveles de la actuación de Dead Can Dance de hace unos años. Llegadas ciertas horas el H&M y el Heineken se convierten en dos escenarios dispersos en los que cuesta conectar con la actuación a no ser que pilles muy buen sitio, por no hablar de la odisea que representa pedir una cerveza. No entiendo por qué no ponen a más camareros en las barras grandes y sí, los portugueses son bellísimas personas pero el hecho de que no te entiendan a la primera (no, no te entienden y si se te escapaba una palabra en catalán te miran como si les hablaras ruso) ralentiza todo el proceso, creando más colas y haciéndote perder preciosos minutos de concierto. Este año ha habido aciertos por parte de la organización como la creación del Beach Club o el cambio de fechas para evitarnos otro Invierno Sound, pero no entiendo cómo sigue sin solucionarse el tema del personal y año tras año nos encontramos con las mismas colas. 
A gustito de nuevo en el Adidas lo dimos todo bailando al son de Mr. Tillmann alias Har Mar Superstar, showman nato que nos hizo menear el cuerpo y pasar un buen rato con sus excentricidades y pallasadas, dejándonos en el estado idóneo para afrontar la caminata de vuelta al Heineken. Nos esperaban LCD Soundsystem, máquinas fabricando hits para la pista de baile cuya actuación me decepcionó bastante, les faltó potencia, volumen, ímpetu, y no llegaron a enloquecer a un público sediento de fiesta que esperaba de ellos más intensidad.   La noche acabó en el Pitchfork con un Neon Indian un poco apagadillo y sin esas inyecciones de vitalidad que regala su último trabajo y, tras caer Hudson Mowake del cartel, llegó el momento de ir tirando para casa, exhausta, encantada y con Rejoice resonando todavía en mi cabeza. 


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