Primavera Sound 2016 Second Round



Viernes amaneció de subidón y con ganas de más así que a las 18h ya estaba en el Fórum, despertándome del todo con los cordobeses Viva Belgrado en el Adidas. Ya con Álex, nos reunimos con las niñas en el Ray-Ban para ver a Ben Watt, un concierto muy esperado desde que Watt cayera del cartel en la penúltima edición del Festival.  Solo por sus años como mitad masculina de Everithing But The Girl, por ser el culpable de tantos temas grabados en nuestras cabezas para siempre jamás, Watt ya se merece un monumento, pero además, su segundo trabajo en solitario Hendra del pasado 2014 me pareció un álbum inspirado y bonito, y por todo esto tenía muchas ganas de verlo en directo. En esta ocasión el artista británico compartió escenario con Bernard Butler, ex-guitarrista y compositor de Suede, y la cosa no acabó de funcionar, en realidad ni siquiera arrancó. Los temas sonaron planos y apagados, no se percibía ninguna química entre ambos artistas y a los 15 minutos nos fuimos aburridos y confusos (y con Adelaida ;). La inyección de rock de Titus Andronicus era exactamente lo que necesitábamos y nos espabiló, aunque no lo suficiente, para la vorágine del descomunal directo de Savages, jefas indiscutibles de la jornada. La vocalista del cuarteto londinense Jehnny Bell nos regaló un espectáculo digno de recordar derrochando pasión, fuerza y sensualidad en un escenario que se le quedaba pequeño (y eso que estábamos en el Heineken), encandilándonos a todos ferozmente con el romanticismo de su Adore Life. Primer conciertazo del día. 


Una cosa buena del viernes fue que, exceptuando un par de ocasiones, todos los conciertos fueron en los escenarios H&M y Heineken, lo que nos ahorró muchas caminatas ya que están uno enfrente del otro. 
Una cosa mala del viernes fue que, exceptuando un par de ocasiones, todos los conciertos fueron en los escenarios H&M y Heineken, los escenarios más grandes, desangelados y con peor sonido del Festival. 

Todavía embriagada por las dotes escénicas de la Bell, me preparé para el concierto de una banda que llevaba años deseando ver, los siempre enormes, foreverandever Beirut. Aunque los estadounidenses nos visitaban con No, No, No, su trabajo más flojo hasta la fecha, mi amor por el sonido mágico de esta banda es infinito y  The Gulag Orkestar es y será uno de mis discos favoritos del mundo mundial. Verlos por fin en directo, sentirlos tanto y tan de cerca, fue una experiencia bella y difícil de explicar, un viaje sonoro a base de trompetas, mandolinas y acordeones que te transportaban a lugares antiguos y lejanos... Folk dulce de instrumentaciones sublimes y la inconfundible voz de Zach Condon. Una maravilla. Grandes, enormes, superando incluso las expectativas. 


Y del subidón de Savages y Beirut a la decepción del día (qué digo del día, del festi) con los esperadísimos Radiohead. He oído opiniones de todos los colores sobre este concierto. Hay quien dice que fue brutal. Para mi fue un concierto demasiado masificado y agobiante que no consiguió atraparme a pesar de ser muy fan de la banda. Las proyecciones fragmentadas que impedían ver la cara de Tom Yorke no ayudaban mucho a conectar con el espectáculo y tras unos pocos temas decidimos irnos. Al ver los horarios ya me había jodido que el concierto de los ingleses coincidiera con el de Dinosaur Jr. así que, caídos de mi lista Radiohead, tuve bien claro mi destino. J Mascis y los suyos me recibieron en el Ray-Ban con subidón de adrenalina instantáneo y dándome la seguridad de que había elegido bien. Repasando los temas de su Bet On Sky, los de Massachusets se metieron al público en el bolsillo con su infalible fórmula noventera y dejaron claro que llevan 30 años dando guerra porque son 100% carne de escenario. Energía a raudales, un buen rollo indescriptible y admiración sin fin. 


Con la euforia todavía en el cuerpo nos fuimos al Adidas para ver el final de la actuación del trío de Chicago Shellac, y de ahí otra vez para el Heineken a pasárnoslo pipa con el efervescente pop de The Last shadow Puppets. Galantería y canciones pegajosas que sonaron a la perfección gracias a la excepcional banda que los acompañaba y a pesar de las tonterías de Turner. Quizás por las horas, o por ser en un escenario que cada vez me gusta menos, me bastaron pocos temas de Beach House para comprender que debía cambiarlos por el Beach Club, donde me esperaban buenos amigos y Tiger & Woods en el Bowers & Wilkins Sound System. Este nuevo espacio te traslada automáticamente a otro Festival, a una isla tropical con barras muy cuquis y policlines del futuro con lucecitas. Sin duda gran adquisición la del Beach Club, perfecto para un break y volver a la carga y aquí va un muy bien para la organización del Primavera. Rodeada de sonrisas acabé la velada en el Ray-Ban con el savoir fare de Maceo Plex, aunque la noche todavía me reservaba emociones porque, al salir del Fórum,  tuve que sufrir los gritos de un italiano loco que casi me agrede físicamente por un taxi. Una imagen lamentable, lo sé, como también lo es el hecho de que durante los tres días de Festival el metro no funcione toda la noche, facilitando así la movilidad de miles de personas, cuando los barceloneses estamos hartos de ver ampliado y modificado el horario de metro cada dos por tres porque hay un partido de fútbol. La cultura siempre primero.  







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